jueves, 29 de noviembre de 2007
viernes, 23 de noviembre de 2007
jueves, 22 de noviembre de 2007
"El divíno calvo"
"El Gallo toreaba con sortilegio, con el misterio propio de una raza, tan distinta de la nuestra, que solamente el toreo gitano se puede acompañar por guitarra. Rafael, el divino calvo, tenía todos los elementos mágicos del toreo gitano. De él y de los toreros gitanos en su libro "Discurso de los toreros", Joaquín Romero y Murube dijo: " ...los gitanos tienen del tiempo y del espacio, es decir, de las dos extensiones puras de la existencia, una medida aparte de los demás mortales. Y en el toreo esto lo manifiestan maravillosamente"
(A mi amigo Juan M. Pozo)
"El Gallo toreaba con sortilegio, con el misterio propio de una raza, tan distinta de la nuestra, que solamente el toreo gitano se puede acompañar por guitarra. Rafael, el divino calvo, tenía todos los elementos mágicos del toreo gitano. De él y de los toreros gitanos en su libro "Discurso de los toreros", Joaquín Romero y Murube dijo: " ...los gitanos tienen del tiempo y del espacio, es decir, de las dos extensiones puras de la existencia, una medida aparte de los demás mortales. Y en el toreo esto lo manifiestan maravillosamente"
(A mi amigo Juan M. Pozo)
miércoles, 21 de noviembre de 2007
PESSOA
Tengo el cansancio anticipado de lo que no voy a encontrar. Si en determinado momento me hubiera vuelto para la izquierda en lugar de para la derecha. Si en cierto instante hubiera dicho sí en lugar de no, o no en lugar de sí. Si en determinada conversación hubiese tenido frases que sólo ahora en el entresueño elaboro. Si todo esto hubiera sido así hoy sería otro y quizá el Universo entero sería insensiblemente llevado a ser otro también. Pero sólo ahora lo que nunca fui ni seré me duele. Voy a pasar la noche a Cintra porque no puedo pasarla en Lisboa pero cuando llegue a Cintra me va dar pena de no haberme quedado en Lisboa. Siempre esta inquietud sin resolución, sin nexo, sin consecuencia. Siempre, siempre, siempre. Esta angustia excesiva del espíritu por nada. En la carretera de Cintra, o en la carretera del sueño, o en la carretera de la vida. A la izquierda hay una casucha al borde de la carretera. A la derecha, el campo abierto con la luna a lo lejos. El auto que parecía hace poco proporcionarme libertad es ahora algo en lo que estoy encerrado. A la izquierda, hacia atrás, la casucha modesta. La vida allí debe ser feliz sólo porque no es la mía. Si alguien me ha visto desde la ventana de esa casa habrá pensado "ahi viaja alguien feliz"
Tengo el cansancio anticipado de lo que no voy a encontrar. Si en determinado momento me hubiera vuelto para la izquierda en lugar de para la derecha. Si en cierto instante hubiera dicho sí en lugar de no, o no en lugar de sí. Si en determinada conversación hubiese tenido frases que sólo ahora en el entresueño elaboro. Si todo esto hubiera sido así hoy sería otro y quizá el Universo entero sería insensiblemente llevado a ser otro también. Pero sólo ahora lo que nunca fui ni seré me duele. Voy a pasar la noche a Cintra porque no puedo pasarla en Lisboa pero cuando llegue a Cintra me va dar pena de no haberme quedado en Lisboa. Siempre esta inquietud sin resolución, sin nexo, sin consecuencia. Siempre, siempre, siempre. Esta angustia excesiva del espíritu por nada. En la carretera de Cintra, o en la carretera del sueño, o en la carretera de la vida. A la izquierda hay una casucha al borde de la carretera. A la derecha, el campo abierto con la luna a lo lejos. El auto que parecía hace poco proporcionarme libertad es ahora algo en lo que estoy encerrado. A la izquierda, hacia atrás, la casucha modesta. La vida allí debe ser feliz sólo porque no es la mía. Si alguien me ha visto desde la ventana de esa casa habrá pensado "ahi viaja alguien feliz"
jueves, 15 de noviembre de 2007
viernes, 9 de noviembre de 2007
22.12.06
David Padilla, el pintor
Lo bueno que tienen los pintores realistas es que te ahorras preguntarles “¿y eso qué pollas es?” cuando te enseñan alguna de sus últimas creaciones. No te digo ya los hiperrealistas: a los hiperrealistas me dan ganas de abrazarlos y darles besitos en el cuello o en la oreja, según, lo que pasa es que me corto y tampoco creo que se dejen mucho. David Padilla llega, entra, habla, mira, te cuenta, se va, vuelve y entra, y habla, y mira, y te cuenta, y se va… David no dormita en su genio ni se mece en la butaca vieja de sus méritos. Cualquiera diría que Padilla tiene azogue, pero lo que le pasa es que le rebosan la vida y las ganas, digo yo, y no quiere derramarlas en un roalillo sólo, mejor esparcirlas en charcos variados a los que, a la postre, pintarles catedrales. Porque David nos ha enseñado que la Catedral de Jaén también está por los suelos, por muy Patrimonio de la Humanidad que la pretendamos. Y luego va y te habla de su estudio como si hablara del oxígeno, del sueño, del agua, y te convida a descorchar cualquier noche unas cuantas botellas de buen vino y de mejor óleo. Y eso de que tenga un cuadro con un árbol en cuyo tronco está grabada la palabra “Lagártica”… Pues qué quiere usted, es bonito.
Jesús Tiscar
David Padilla, el pintor
Lo bueno que tienen los pintores realistas es que te ahorras preguntarles “¿y eso qué pollas es?” cuando te enseñan alguna de sus últimas creaciones. No te digo ya los hiperrealistas: a los hiperrealistas me dan ganas de abrazarlos y darles besitos en el cuello o en la oreja, según, lo que pasa es que me corto y tampoco creo que se dejen mucho. David Padilla llega, entra, habla, mira, te cuenta, se va, vuelve y entra, y habla, y mira, y te cuenta, y se va… David no dormita en su genio ni se mece en la butaca vieja de sus méritos. Cualquiera diría que Padilla tiene azogue, pero lo que le pasa es que le rebosan la vida y las ganas, digo yo, y no quiere derramarlas en un roalillo sólo, mejor esparcirlas en charcos variados a los que, a la postre, pintarles catedrales. Porque David nos ha enseñado que la Catedral de Jaén también está por los suelos, por muy Patrimonio de la Humanidad que la pretendamos. Y luego va y te habla de su estudio como si hablara del oxígeno, del sueño, del agua, y te convida a descorchar cualquier noche unas cuantas botellas de buen vino y de mejor óleo. Y eso de que tenga un cuadro con un árbol en cuyo tronco está grabada la palabra “Lagártica”… Pues qué quiere usted, es bonito.
Jesús Tiscar
martes, 6 de noviembre de 2007
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